Es la temporada número 11 de manera consecutiva del Real Zaragoza en Segunda División. Un playoff perdido. Otro que se esfumó en el último suspiro ante la Llagostera. Una eliminatoria más disputada sin éxito. Y otro más. Con una ristra de temporadas decepcionantes. Borja Iglesias. Luis Suárez. Víctor Fernández. Nombres y más nombres que pudieron ser leyenda y quedaron en el camino. El COVID-19. Temporadas que comienzan como un tiro y que se diluyen por el camino. ¿Por qué otra vez esto, Zaragoza?
Zaragoza: otro gran inicio que parece caerse
Volvió Víctor Fernández para salar la pasada temporada. La salvó e ilusionó a la parroquia con otro gran inicio de temporada. Sí, como aquella 19-20. Esa en la que el zaragocismo suspiró por el ascenso del tercero porque, tras el parón por la pandemia, el equipo se cayó como un castillo de naipes. El Zaragoza de Víctor volvía a ganar en un nuevo inicio. A ilusionar. A estar en lo más alto. Ilusión por el ascenso, una vez más. Pero, lanzar las campanas al vuelo tan pronto, visto lo visto, no parece algo sensato.
Mario Soberón anotaba todo lo que le llegaba. Bazdar dejaba detalles de delantero prometedor. Keidi Bare dominaba la medular, Calero y Tasende eran misiles en los carriles. ¿Qué podía salir mal?
Seis sin ganar, fuera de playoff y todo patas arriba
Sí, podía volver a salir mal y lo está haciendo. El Zaragoza de Víctor Fernández enlaza ahora siete encuentros sin vencer. Soberón se lesionó hace dos meses y, pese a que Iván Azón ha rendido a un nivel aceptable, ya nada ha vuelto a ser como antes. Han sido 2 derrotas y 4 empates. Cinco goles a favor y siete en contra. Lo peor, en todo caso, no son los números. Son las sensaciones.
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El Zaragoza ya no domina. Ya no convence con su juego. Y, lo que parece aún peor, Víctor Fernández ya no es intocable. Existen voces discordantes fuera. Probablemente también las haya dentro. Se habla del mercado veraniego, porque al parecer al técnico no le trajeron a sus primeras opciones. Vinieron las segundas o incluso las terceras. El míster, sin embargo, tragó. Asumió. Y, ahora, se encuentra en una situación límite. ¿Podrá salir de ella?
